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Condenaron a un hombre que abusó de una nena de 12 años, la dejó embarazada y se justificó con una frase aberrante: “Era rapidita”

Por medio de un fallo con perspectiva de género, la Justicia penal platense condenó a un hombre acusado de abusar sexualmente de una nena de 12 años, a quien dejó embarazada producto de la violación. El imputado se justificó diciendo que la menor “era rapidita” y mintió ante los jueces, asegurando que “no sabía que tenía esa edad”.

Se trata de José María Estabillo, oriundo de Brandsen, quien fue sentenciado a 17 años de prisión tras ser juzgado por el Tribunal Oral en lo Criminal de La Plata N°4, a cargo de las magistradas Carolina Crispiani, Marcela Garmendia, y el juez Alfredo Caputo Tártara.

El Ministerio Público Fiscal lo acusó en 2018 y estuvo prófugo por varios meses, después de que el hermano de la víctima lo denunciara ante la policía, al enterarse de que quien era su amigo violó a la nena cuando se quedaba a dormir en su casa.

“Mediante violencia, abusó sexualmente de M. cuanto menos en tres oportunidades cuando ella tenía 11 años de edad, a través de acceso carnal vía vaginal, aprovechando la situación de convivencia preexistente, siendo que la víctima -en razón de su minoría de edad- no podía consentir libremente la acción”, expresó la acusación fiscal que lo llevó a juicio.

Según se pudo ventilar en el debate, Estabillo era novio de la hermana de la nena abusada. El acusado decidió defenderse y declaró con expresiones aberrantes y machistas. “Era rapidita. No la obligué ni nada. Luego, cuando me enteré la edad me asusté. Vos la mirabas y era una chica desarrollada grandota, no te dabas cuenta. Vos te vas a acostar con una persona y no le decís pásame el DNI, es la verdad, pero después están las consecuencias. Pero violar y maltratar a alguien es otra cosa, eso no sucedió”, dijo ante los jueces.

En el debate se pudo comprobar, por medio de los testigos, que el hombre sabía que la nena tenía 12 años cuando abusaba sexualmente de ella y que no pudo existir consentimiento. “Sobre las circunstancias en que tomara conocimiento de la edad de la víctima, un familiar indicó que pudo advertirlo fue invitado al cumpleaños, y la hermana le hizo saber que cumplía 13 años”, expresa el fallo al que accedió El Digital.

Sobre los hechos, la víctima relató en Cámara Gesell y contó detalles escalofriantes: “Los abusos ocurrieron muchas veces, en mi casa. Fue el novio de mi hermana que le dicen ‘Toto’. Él se pasaba para mi cama y abusaba de mí. Estoy embarazada de él. Siempre por adelante era. Me dijo que no le cuente a nadie. Después de que me hizo esto (se toca el abdomen) dejó de venir a mi casa”, relató.

“Una noche, Estabillo ingresó a su habitación, la tomó de los brazos y la amenazó diciéndole que si hablaba le iba a pasar algo a la hija de su hermana más chiquita, que tiene dos años”, agregó la profesional que hizo la pericia psicológica.

Producto de la violación, la menor quedó embarazada. Al respecto, el hermano de la nena, quien hizo la denuncia, aseguró: “La notaba mal, angustiada, se tapaba todo el tiempo, hacía calor y usaba buzo”, y destacó que M. pudo contarle que sentía que se le movía algo en la panza.

El aberrante alegato del defensor de Estabillo: “Fue motivado por un contexto sexual”

La defensa de Estabillo, el abogado Dante Chirino, intentó justificar a su asistido por medio de declaraciones machistas, sin perspectiva de género y totalmente aberrantes. Fue durante los alegatos de cierre en el juicio que se hizo esta semana en La Plata.

“Durante los dos meses en que Estabillo frecuentara la vivienda se presentaba un contexto donde existía sexo, drogas y alcohol. De tal forma, Estabillo actuó en forma impulsiva porque estuvo motivado por un contexto sexual“, dijo en uno de los momentos del alegato.

También culpó a la madre de la menor. “La señora ha sentido culpabilidad moral por el embarazo de su hija. No era una casa de familia. La madre en el término de dos meses tuvo relaciones sexuales con dos personas. Incluso estuvo coqueteando con José, es un milagro que no haya mantenido relaciones sexuales también con él”, sostuvo.

“Los relatos de la menor prestados bajo el procedimiento de Cámara Gesell son débiles. No es posible que los hechos hayan sido llevados a cabo delante de su hermana y de su madre cuando éstas dormían. Es imposible que esto haya ocurrido sin que ellas lo hayan notado. Ni siquiera sabía el nombre de Estabillo, lo llamó Toto”, justificó.

También cuestionó los dichos de la nena: “A la Cámara Gesell llegó con la palabra ‘abuso’. Pareciera que se vio presionada por la situación, la cual debió justificar. Ella tenía miedo a la reacción familiar -a la represalia moral-, que consistía en que había mantenido relaciones sexuales con el supuesto novio de su hermana. Su relato no se condice con lo que realmente ocurrió”.

“Hay una realidad que el derecho se está negando a aceptar. La relación sexual entre Estabillo y M. ocurrió porque la sexualidad muchas veces despierta antes, y la barrera legal de los 13 años fijada por el legislador va a contramano de lo que es la vida real. Y en este caso, Estabillo fue muy claro al expresar el desarrollo sexual que tenía M. Ese consentimiento -aunque no sea válido por ley- existió”, dijo, desconociendo totalmente las leyes en casos de abuso infantil.

Los duros y justificados fundamentos de los jueces para condenar al abusador

La jueza Carolina Crispiani se explayó en el fallo para dar sus fundamentos sobre por qué Estabillo debía ser condenado. Dio cátedra del consentimiento y aseguró que no se puede usar este término para justificar supuestas relaciones sexuales con menores de 12 años, ya que en todas las ocasiones este accionar es considerado un “abuso”. Caputo Tártara y Garmendia asintieron en sus argumentos.

“Debo comenzar por destacar que los jueces carecemos de ‘moralómetros’ para establecer que conductas son más adecuadas a las costumbres y a la moral media. Hablar del supuesto ‘entorno de promiscuidad’ en referencia a la forma de vida que llevaban los integrantes de la familia de la víctima -efectuando sobre ellos un juicio de valor-, es correr el eje de lo que aquí se está juzgando. No somos jueces de eso”, aclaró.

“En una sociedad plural y abierta como la nuestra, lo determinante no es la conducta del entorno familiar, sino la forma en que se llevó a cabo el ataque sexual a una menor de once años de edad, lo que -como consecuencia- le provocara un embarazo. De allí que sea tan importante respetar la letra de la ley, así como el espíritu y los fundamentos utilizados por el legislador al tipificar la conducta prohibida”, añadió Crispiani.

“Es oportuno destacar que el ‘presunto consentimiento’ al que alude el defensor se encuentra prohibido iuris et de iure en menores de 13 años de edad, precisamente porque se ha considerado que tales sujetos no han alcanzado un grado de madurez estable de expresión externa que les posibilite poder brindar un pleno consentimiento”, sostuvo.

La jueza consideró que con las leyes “se protege la seguridad sexual de los menores y se reprocha el comportamiento de quien sostiene una relación carnal con estos, ya que el sujeto pasivo no es capaz de otorgar un consentimiento válido debido a su propia inmadurez sexual”.

“Para decirlo de otro modo, siempre que un niño menor de trece años lleve adelante practicas sexuales con un tercero, éste último comete el delito de abuso sexual. Por lo tanto, para comprobar el abuso basta con acreditar la existencia del acto sexual entre ambas personas, sin poderse en ningún caso siquiera suponer o analizar, si dicha relación pudiese haber sido consentida. Interpretarlo en sentido contrario implicaría violar la ley, la Constitución y los Pactos Internacionales en la materia”, aclaró.

“Más censurable es aún sostener que la niña narró lo acontecido porque debía ‘justificarse’, instalando la posibilidad de que ella hubiera tenido algún grado de responsabilidad sobre lo sucedido. Recordemos que M. debió referirse a algo que le sucedió, que sabía que no era correcto, que le costó enormemente develar a su entorno familiar, sintiendo miedo de lo que le pudiera pasar”, expresó la jueza.

“Una vez más, efectuar juicios de valor sobre la persona damnificada, no hace más que volver a revictimizarla por lo sucedido”, advirtió.

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